ultima actualización
27 de enero del 2021
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La capacidad del músculo uterino para tolerar la isquemia sin evolucionar hacia la necrosis masiva, ni sufrir cambios fisiológicos irreversibles, quedó demostrada con la implementación de la oclusión de las arterias uterinas como táctica alternativa a la histerectomía para resolver emergencias hemorragíparas gineco-obstétricas. En los últimos años numerosos investigadores reportaron resultados favorables obtenidos en el tratamiento de los miomas mediante la oclusión bilateral de las arterias uterinas, realizada por vía endovascular (embolización) o quirúrgica. Con el objeto de evaluar prospectivamente la seguridad y eficacia del método y la evolución alejada, seleccionamos pacientes programadas para histerectomía total por miomatosis ofreciéndoles la oclusión arterial por vía endovascular como tratamiento alternativo a la cirugía. Se presentan resultados y seguimiento de los primeros tres casos. En la sala de angiografía, luego de punzar la arteria femoral derecha se introdujo un catéter con control fluoroscópico alcanzando las arterias uterinas en forma selectiva, se realizó angiografía con sustracción digital y luego embolización con partículas de polivinilalcohol de 500 a 710 µ, hasta lograr la oclusión de las mismas. Las pacientes fueron externadas dentro de las 12 hs posprocedimiento. No se observaron complicaciones. Durante el primer mes, los síntomas (hipermenorrea-dismenorrea) desaparecieron y no recurrieron durante los 7.66 ± 1.15 meses de seguimiento. Se realizó Ecografía y Resonancia Magnética Nuclear en la inclusión al protocolo, a los 3 y 6 meses postprocedimiento observándose que el volumen uterino total se redujo en un 32%(Basal:186 ± 72.5 cm3 - 6meses:120.3 ± 31.5cm3) y el de los miomas en un 56%(Basal: 26.3 ± 19 cm3 - 6 meses:13.7 ± 15.2 cm3).Los controles de FSH, LH y E2 no reflejaron alteraciones ováricas La isquemia uterina terapéutica por vía endovascular nos impresiona como una opción segura y efectiva para el tratamiento de los miomas al reducir su tamaño la sintomatología y el volumen uterino total. Estos resultados iniciales nos alientan a continuar desarrollando el método.
El arsenal terapéutico para el manejo de las hemorragias masivas de origen
gineco-obstétrico, incluye la ligadura de las arterias ilíacas
internas, ováricas y/o uterinas. En 1952 Waters sistematiza la ligadura
de las arterias uterinas para el manejo de la hemorragia postparto. En 1969 Burchell
y Mengert demostraron que la ligadura de las arterias ilíacas internas
y de ambas arterias ováricas reduce la presión en la porción
distal de la arteria ilíaca interna entre 22 y 24 % con un descenso del
flujo sanguíneo del 50%. Este gran descenso de la presión es seguido
de trombosis debido al pequeño calibre de los vasos anastomóticos
(14).
En 1977 Smith y Wyatt describen la embolización endovascular de las arterias
hipogástricas para el control de la hemorragia genital masiva.
La preservación anatómica y funcional del útero obtenida
con el empleo de estas técnicas comprueba la notable resistencia del miometrio
a la hipoxia.
En 1993 el ginecólogo francés Jacques Ravina y su grupo comenzaron
a efectuar la embolización bilateral de las arterias uterinas con partículas
de polivinil alcohol en pacientes que debían ser sometidas a cirugía
por fibromas uterinos con el objeto de disminuir el sangrado intra y post operatorio;
los resultados obtenidos con este método no solo colmaron esta expectativa,
sino que provocaron una llamativa cantidad de cancelaciones en los turnos quirúrgicos
debido a la disminución o desaparición de los síntomas producidos
por los miomas, publicando en 1994 (24) los primeros y favorables resultados
obtenidos con este método. A partir de esta comunicación numerosos
trabajos científicos mostraron la eficacia, seguridad y durabilidad del
tratamiento de los miomas uterinos mediante la oclusión de las arterias
uterinas a través de diferentes métodos.
La presente comunicación se efectúa con el objetivo de mostrar
nuestra experiencia inicial en una nueva línea de tratamiento para la
miomatosis uterina basada en la isquemia uterina, lograda mediante embolización
endovascular de las arterias uterinas.
Se seleccionaron pacientes que se encontraban en lista de espera para histerectomía por miomatosis uterina, ofreciéndoseles el procedimiento como alternativa a la cirugía. Se presentan los tres primeros casos que cumplieron 6 meses de seguimiento, siendo incluidas según los siguientes criterios:
Criterios de inclusión:
Criterios de exclusión
En todas las pacientes se llevó a cabo el siguiente protocolo de estudio preprocedimiento:
Cumplidos los criterios de inclusión y previa firma del consentimiento
informado, las pacientes fueron sometidas a embolización endovascular
superselectiva de arterias uterinas con partículas de polivinilalcohol.
Todos los procedimientos se realizaron durante la fase proliferativa del ciclo
menstrual.
Las pacientes fueron trasladadas a la sala de cateterismos, se
les colocó una
vía venosa periférica y una sonda vesical (para evitar que la
acumulación de sustancia de contraste en la vejiga impidiera visualizar
adecuadamente las arterias de interés); un anestesiólogo realizó sedación
y profilaxis antibiótica con 1 g de cefalotina EV. Se realizó asepsia
de ambas regiones inguinales y genitales externos con solución de iodopovidona,
se colocaron campos quirúrgicos y bajo anestesia local se punzó la
arteria con aguja ad-hoc. Se avanzó una cuerda 0.035" en forma
retrógrada bajo control fluoroscópico hasta la aorta abdominal
se retiró la aguja y colocó de igual forma un introductor 6F,posteriormente
se administraron a través del mismo 5.000 UI de heparina sódica(para
evitar trombosis del introductor y/o catéteres durante el procedimiento),
se conectó el sistema a un monitor de presiones para monitoreo continuo
de la presión arterial. A través del introductor y sobre cuerda
0.035" en J se avanzó un catéter Glidecath ® (Terumo)
cobra 2 de 5F bajo control fluoroscópico hasta la aorta abdominal, iIíaca
primitiva izquierda e ilíaca interna izquierda, se realizó angiografía
de control utilizándose como sustancia de contraste Iopamiron ® 300
(Schering) visualizándose sus ramas incluyendo la arteria uterina. Luego
de individualizar ésta última se avanzó el catéter
sobre la misma pero con una cuerda hidrofílica 0.035" Hydronol ® (Cordis)que
permitió mejor progresión en las habituales tortuosidades de
dicha arteria, el catéter fue introducido lo suficiente hasta superar
en lo posible las ramas cervicovaginales, testeándose el reflujo con
angiografía.
Es frecuente que con estas maniobras se desencadene espasmo de la arteria,
el mismo fue manejado con vasodilatadores locales. Una vez introducido el catéter
hasta el punto deseado se realizó angiografía con sustracción
digital visualizándose el trayecto de la arteria y sus ramas. Debido
a las tortuosidades de la arteria uterina ocasionalmente el avance es dificultoso
en cuyo caso esto pudiera ser solucionado con microcatéteres introducidos
por la luz del catéter antes mencionado.
Posteriormente se realizó embolización con partículas
de polivinilalcohol (PVA) de 500 - 710 m
(Trufill ® -Cordis) mezcladas en una solución constituida por 50%
de contraste y 50% de solución fisiológica, utilizándose
en promedio 2 frascos de partículas por arteria.
La solución fue inyectada manualmente con jeringa de 10 cm3 y periódicamente se "lavó" con solución fisiológica y controló con angiografía el resultado "parcial". Con cierta frecuencia el catéter se ocluyó ya sea por "hidratación" de las partículas (esto es poco probable debido a que son de PVA) o a adherencia entre ellas al ponerse en contacto con la sangre, el contraste y/o la solución fisiológica; en dicha circunstancia se "interrumpió" transitoriamente la inyección y pasó lentamente la cuerda para "destapar"el catéter, una vez logrado esto se testeó con contraste y prosiguió con la embolización; dicha maniobra debió repetirse varias veces. Se dio por finalizada la embolización cuando se visualizó detención del flujo en la arteria, lo que coincidió con estasis de contraste en los miomas y el útero, realizándose una angiografía final para objetivar el resultado.
Hecho esto se retiró el catéter hasta la arteria ilíaca primitiva izquierda se introdujo una cuerda hasta la bifurcación aórtica y rotando el catéter en forma antihoraria se empujó el sistema en sentido craneal con el objeto de conformar un "loop de Waltman" (si dicha maniobra no fuese exitosa, se puede intentar una similar luego de cateterizar la arteria renal izquierda u otra rama abdominal) luego se retiró el sistema con el loop conformado apuntando su punta hacia la arteria ilíaca primitiva derecha, y con una ligera rotación horaria se cateterizó selectivamente la arteria ilíaca interna derecha; si tales maniobras no fuesen exitosas pudiera intentarse cateterizar la arteria en forma directa (sin loop), cambiar de catéter o punzar la arteria femoral contralateral. Una vez selectivizada la ilíaca interna derecha se realizó angiografía de control con el objeto de visualizar las ramas incluyendo la uterina, y luego de ubicar la misma se avanzó la cuerda hidrofílica 0.035" antes mencionada y el catéter procediéndose de igual forma que en el lado izquierdo.
Finalizado el procedimiento las pacientes pasaron a sala de recuperación
retirándose el introductor y realizando compresión manual durante
aproximadamente 20 minutos hasta lograr una adecuada hemostasia.
Seguimiento postprocedimiento
Todas las pacientes permanecieron en sala de recuperación durante las
siguientes 8 a 12 hs.
efectuándose control clínico, de laboratorio básico, curva
de temperatura y escala de dolor.
El laboratorio solicitado fue hemograma completo, eritrosedimentación
y orina completa. Los dosajes hormonales incluyeron LH, FSH y E2.La escala
de dolor se construyó con un rango de 1 a 10, siendo 1 el menor dolor
imaginado y 10 el mayor que pueda imaginar.
El esquema analgésico se adecuó a las necesidades clínicas
de cada paciente.
Criterios de alta de internación:
Todas las pacientes fueron externadas con indicación de consultar en caso de presentar dolor severo, fiebre o genitorragia.
Las pacientes fueron monitoreadas sistemáticamente al:
Se presentan a continuación los datos clínicos de las primeras tres pacientes que completaron el protocolo de seguimiento a seis meses:
Sin embargo en una de las pacientes (caso 2) debido a observar una anatomía angiográfica poco alterada (sin desplazamiento de los vasos, ni objetivación de impregnación secundaria del mioma con la sustancia de contraste) en el territorio de la arteria uterina derecha y en la que la RMN mostraba un mioma lateralizado hacia el hemisferio uterino izquierdo, por consenso entre ginecólogos e intervencionistas decidimos realizar embolización unilateral (izquierda) con el afán de lograr el objetivo, preservando la mayor cantidad de parénquima posible.
Las pacientes fueron dadas de alta de internación dentro de las 12 hs
postprocedimiento realizándose el seguimiento según protocolo.
Se observó dolor leve en la paciente en que se embolizó solo
una de las arterias uterinas (caso 2) y moderado a severo en las dos restantes
alcanzando en el caso 1 un máximo de 9 en la escala de dolor a las 48
hs postembolización (Tabla 1).
Tabla 1 : Evolución del dolor según escala | ||||||||||||||||||||||||
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En ningún caso fue observada la tríada clásica del síndrome postembolización (náuseas, fiebre y dolor) en forma completa. Dos de las pacientes presentaron leucocitosis significativa al tercer día, habiéndose normalizado al séptimo día (Tabla 2).
Tabla 2 : Leucocitos en sangre (mm3) | ||||||||||||||||||||
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En las tres pacientes se observó una notable mejoría clínica
con desaparición del dolor y disminución del sangrado menstrual,
sin observarse reaparición de la sintomatología durante el período
de seguimiento evaluado (7.66 ± 1.15 meses).Ninguna paciente evidenció trastornos
en su ciclo menstrual durante el tiempo de seguimiento realizado.
Todas las pacientes mostraron al sexto mes una marcada disminución del
volumen uterino total y del volumen del mioma principal (definido así por
ser el de mayor tamaño).
La disminución del volumen uterino total alcanzó un promedio de 32%(Tabla 3).
Tabla 3 : Volumen uterino total (Inicial y 6 meses) | ||||||||||||||||||||||||||||||
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Concomitantemente el mioma principal mostró una disminución media del 56% (Tabla 4).
Tabla 4 : Volumen mioma principal (Inicial y 6 meses) | ||||||||||||||||||||||||||||||
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Los dosajes hormonales se encontraron siempre dentro del rango normal(Tabla 5)
Tabla 5 : Dosajes hormonales | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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En el caso 2 el mioma que inicialmente era intramural se hizo submucoso objetivándose por RMN a los 6 meses de seguimiento.
Efectuamos eco-doppler color al sexto mes en todas las pacientes con el fin de objetivar la perfusión uterina observándose normalidad de la misma en todas las pacientes.
Discusión
El mioma, es el tumor pelviano benigno más común en las mujeres, compuesto por fibras musculares lisas, fibroblastos y colágeno, originado cada uno a partir de una sola célula miometrial mutada, siendo por lo tanto diferentes células las que originan los distintos núcleos de miomas en aquellos úteros polimiomatosos. Clásicamente se describen según su localización miomas subserosos, intramurales y submucosos. Más recientemente se los clasifica según Buttram (4) como
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I. Seroso pedunculado
II. Intramural
III. Intracavitario
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Los estudios clínicos muestran que la incidencia de leiomiomas en las
mujeres en edad reproductiva oscila entre 20 y 25 %, con un índice de
prevalencia en material de autopsias de hasta 77% (8,20).
Los miomas están compuestos por dos fracciones, una que produce su crecimiento,
es metabólicamente activa y está formada por células de
músculo liso y fibroblastos, y otra extracelular y funcionalmente inerte.
La proporción entre ambas se relaciona con la respuesta, en términos
de reducción de volumen, al tratamiento con análogos GnRH o con
los diferentes métodos de oclusión de la arteria uterina: a
mayor proporción de tejido metabólicamente activo mayor reducción
del volumen del mioma (2).
Los miomas sufren un proceso de degeneración que se produce porque crecen
mas rápidamente que los vasos sanguíneos que los irrigan excediendo
la capacidad nutricia de los mismos, estando por esta razón el tejido
miomatoso más pobremente vascularizado, en general, que el miometrio
circundante (2). Por la misma razón es que los miomas de mayor tamaño
se encuentran sometidos a mayores cambios degenerativos que los de menor tamaño.
El miometrio está formado por fibras de músculo liso y posee
una trama vascular que le permite redireccionar el flujo sanguíneo según
los distintos requerimientos funcionales; esto se evidencia por el hecho, que
pese a la enorme demanda adicional del útero durante la gestación,
este, nunca sufre infartos, a diferencia de los miomas y la placenta que ocasionalmente
si los sufren (17,30). La irrigación uterina se realiza primariamente
por las arterias uterinas y en forma secundaria por ramas colaterales anastomóticas
de las arterias ováricas; estas comunicantes son tan pequeñas
que solo se ven en el 10% de los casos de las angiografías abdominales
y en el 17% al realizar angiografías selectivas de las arterias uterinas
(25). Estas comunicantes pueden potencialmente proveer la irrigación
tanto al útero como a sus miomas. La disposición de las arterias
intrauterinas permite a través de las arterias arcuatas, que el flujo
sanguíneo se distribuya libremente desde el hemiútero izquierdo
hacia el derecho y viceversa. Finalmente colaterales menos conocidas provenientes
de la aorta, ilíaca externa y epigástrica completan la red vascular
uterina (18,19). Esta disposición anatómica hace que, para obturar
el flujo sanguíneo uterino primario, la oclusión deba realizarse
en forma distal a las arterias iliacas internas, dado que la obstrucción
de estas arterias no detiene en forma total el flujo sanguíneo anterógrado
en las arterias uterinas (3). Dicho flujo, persiste a través de colaterales
anteriores o posteriores, aunque con su presión de pulso disminuida
a tal punto que se asemeja a un sistema venoso y no arterial. Este mecanismo
modifica la irrigación del útero pero no produce isquemia. Los
miomas uterinos reciben su irrigación a través de ramas capsulares
y centrales provenientes de las arterias arcuatas siendo su vascularización
variable, en algunos casos mayor que en el miometrio circundante y en otros
lo contrario, no obstante la mayoría de las veces el miometrio periférico
tiene mayor número de arterias por volumen tisular que el tejido miomatoso
(26,27).
La mayoría de los miomas son asintomáticos, oscilando el porcentaje
de los sintomáticos entre 10 y 40 % (5,12).El síntoma más
comúnmente asociado es el sangrado anormal, que típicamente se
presenta como hipermenorrea. Si bien se desconoce la fisiopatología
precisa de este síntoma se han postulado diversos mecanismos para su
producción que incluyen:
El diagnóstico de miomatosis uterina puede
presumirse en un 95% de los casos sobre la base del examen físico
(12). Esta patología se sospecha al realizar un examen bimanual
que revela un agrandamiento uterino firme e irregular.
El diagnóstico por imágenes de los miomas uterinos puede realizarse
por distintos métodos, dependiendo de los síntomas y del plan
terapéutico, cuál será el de elección para cada
paciente en particular. En su forma transabdominal y transvaginal, la ecografía,
es el procedimiento más asequible para confirmar el diagnóstico,
siendo el más operador -dependiente de los métodos. La imagen
ecográfica del mioma ha sido perfectamente descripta como una masa única
o múltiple, de bordes netos con ecogenicidad variable y dependiente
de la relación entre el tejido fibroso, el músculo liso y la
extensión de los cambios degenerativos. Pese a la alta sensibilidad
debido a las variaciones en la ecogenicidad en el examen ultrasónico,
en un estudio norteamericano se reporta un 22% de resultados falsos negativos(13).
El método de diagnóstico por imágenes mas preciso para
detectar la presencia de miomas, su tamaño y localización es
la RMN (31). La RMN tiene capacidad de imagen multiplanar y es relativamente
independiente del operador. Las imágenes típicas de los miomas
son redondeadas con una intensidad de señal similar al miometrio adyacente
y al músculo esquelético en T1, siendo por lo tanto de difícil
diagnóstico en esta secuencia. Las secuencias en T2 muestran a los leiomiomas
sin cambios degenerativos como lesiones bien definidas y de baja intensidad
de señal con respecto al miometrio circundante. La presencia de cambios
degenerativos producen señales alteradas, no pudiendo diferenciarse
entre cambios hialinos, mixomatosos o degeneración quística.
Los miomas con alto contenido celular pueden tener una señal relativamente
alta en T2 y mostrar un aumento de la misma con el uso del gadolinio (15).
Es el único método capaz de realizar diagnóstico diferencial
con la adenomiosis.
Clásicamente el tratamiento de los miomas uterinos presenta distintas
alternativas médicas o quirúrgicas. La técnica quirúrgica
utilizada con mas frecuencia es la histerectomía total. Se estima que
de la población femenina de Estados Unidos, 200.000 mujeres al año
son sometidas a esta cirugía (16), siendo la miomectomía con
118.000 procedimientos / año, la que le sigue en frecuencia (21). El
tratamiento médico incluye como alternativas la conducta expectante
con controles periódicos para monitorizar síntomas y tamaño
uterino, y el manejo hormonal, siendo el empleo de análogos GnRH la
terapia médica más empleada actualmente.
En la última década han sido reportados nuevos abordajes terapéuticos
basados en los efectos producidos en el mioma al someter al útero a
isquemia transitoria (2,24).
Existen diferentes alternativas para ocluir la arteria uterina, siendo las
más frecuentemente utilizadas:
Durante el procedimiento de embolización,
el trayecto que siguen las partículas inyectadas en las arterias
uterinas está determinado por la distribución anatómica
de dicha arteria y los cambios fisiológicos que en ella ocurren;
anatómicamente debido a la red vascular uterina las partículas
inyectadas en la arteria uterina pueden llegar a cualquier territorio
irrigado por las mismas. El flujo sanguíneo proveniente de
dicha arteria determina que cantidad de partículas alcanzan
el miometrio, los miomas u otros órganos. Las partículas
no presentan afinidad tisular, simplemente siguen el torrente sanguíneo.
Si el 10% del flujo va hacia el cervix, el 60% a un mioma, el 15%
al miometrio y el 15% a las arterias comunicantes, los territorios
irrigados por este flujo sanguíneo recibirán el mismo
porcentaje de las partículas inyectadas. La distribución
de las partículas en los tejidos se reflejará según
el número de arterias por gramo de tejido, como generalmente
el miometrio tiene mayor irrigación, la distribución
relativa de las partículas, será mayor para el tejido
uterino que para los miomas, aunque los mismos estén irrigados
por vasos de mayor calibre. Mediante la marcación de partículas
de polyvinyl alcohol, se ha observado que en caso de conexiones arteriovenosas
lo suficientemente grandes para permitir su pasaje, las mismas pueden
fluir y llegar hasta los pulmones (9). Sin embargo, a menos que el útero
mostrara este tipo de malformaciones, se detendrán en algún
lugar del miometrio. Las partículas se localizarán
en la pared de dichos vasos produciendo el enlentecimiento del flujo
circulatorio y la consiguiente formación de coágulos
que finalmente terminarán ocupando hasta la arteria uterina
misma.
En nuestra experiencia la técnica de embolización nos resulta
sencilla y segura con el material empleado, siendo perfectamente posible cateterizar
ambas arterias uterinas desde un solo sitio de abordaje, si bien no descartamos
en casos seleccionados (probablemente con arterias ilíacas muy tortuosas)
la necesidad de utilizar ambas vías femorales. A pesar de las flexuosidades
y pequeño diámetro (alrededor de 2mm) de la arteria uterina,
en esta experiencia, no fue necesario el uso de microcatéteres, no descartándose
la posibilidad de utilizarlos en procedimientos posteriores. Pensamos que es
de importancia la angiografía con sustracción digital con el
objeto de identificar el "blush" (impregnación del parénquima
con sustancia de contraste) del mioma el cual hemos logrado diferenciar del
miometrio subyacente correlacionando los hallazgos angiográficos con
los de la RMN; esto permitiría en algunas pacientes seleccionadas como
el caso 2, la embolización unilateral con lo que probablemente disminuiríamos
el síndrome posembolización, asegurando además la viabilidad
de útero y ovarios proyectándonos en un futuro a pacientes de
menor edad con expectativas de embarazo, sin embargo debido al carácter
múltilple de los miomas esta conducta nos pondría en la necesidad
de un segundo procedimiento ante recidivas. Este es para nosotros en la actualidad
uno de los interrogantes no resueltos, puesto que si bien en la literatura
internacional se recomienda la embolización bilateral (2), en nuestra
experiencia hasta el momento la embolización unilateral fue igualmente
exitosa para el control de los síntomas y reducción de los miomas
como en el caso 2 donde se observó un mioma único localizado
en el hemiútero izquierdo. Es necesario llegar con el catéter
hasta atravesar el nivel de emergencia de las ramas cervicovaginales debido
a que la embolización de las mismas fue relacionada con alteraciones
posteriores en el orgasmo; si bien el mecanismo fisiopatológico no está totalmente
aclarado. Durante la embolización existe algún grado de reflujo
hacia dichas ramas, habiendo comprobado en todos los casos la permeabilidad
de al menos de una de ellas al final del procedimiento, no habiéndose
manifestado hasta el momento en nuestras pacientes dicha alteración.
Hemos utilizado partículas de polivinilalcohol y no esponja de gelatina
debido a su más lenta repermeabilización (semanas a meses) con
el objeto de lograr una isquemia de mayor duración, y con ella la necrosis
del mioma (si bien no estamos seguros cuanto tiempo de isquemia es necesario
para lograr este efecto); las elegimos de 500 a 710 m debido a que hemos encontrado
reportes en los que con las de menor tamaño se observó alguna
incidencia de infecciones endometriales postembolización probablemente
relacionadas con obstrucción de los vasos a dicho nivel, dificultades
para el reclutamiento de circulación colateral, daño endometrial
y posterior infección.
Luego de la oclusión de las arterias uterinas, la irrigación
dependerá fundamentalmente de las arterias ováricas. Esta transición
es producida como respuesta a la isquemia. En ciertos casos, anomalías
anatómicas transforman a los vasos ováricos en los responsables
de la irrigación primaria del útero (22). En estos casos la oclusión
de las arterias uterinas no producirá isquemia miometrial ni miomatosa.
El estudio anatomopatológico de piezas de histerectomía y miomectomía,
demostró la localización final de las partículas inyectadas.
Las piezas de miomectomías fueron examinadas entre un día y dos
años luego de la oclusión con partículas de polyvinyl
alcohol (7). Entre cuatro días y una semana, la histología demostró degeneración
roja de los miomas (necrosis hemorrágica). Luego de una semana fueron
observados cambios fibróticos hialinos, todos ellos estrictamente limitados
a los fibromas. La anatomía vascular permite afirmar que las partículas
endoarteriales alcanzarán el miometrio, los fibromas y los ovarios,
por lo tanto la oclusión por embolización no es selectiva de
los fibromas. Sin embargo y por razones no conocidas los mismos no resisten
la isquemia transitoria, a diferencia del miometrio que si lo hace. Esto ha
sido confirmado por estudios anatomopatológicos (2,7).
Estudios realizados con RMN y TAC demuestran que el músculo uterino
sufre la isquemia en forma inmediata luego de la oclusión arterial,
pero dentro de la semana posterior la circulación colateral permite
la revascularización del mismo no observándose daño residual
en la mayor parte del tejido (2). Esta es una posible explicación al
hecho de que, si bien la preservación de la fertilidad no ha sido un
objetivo buscado por la mayoría de los autores, han sido reportadas
gestaciones con buenos resultados perinatales en pacientes sometidas a procedimientos
de embolización uterina para el tratamiento del mioma.
En estos tres primeros casos realizamos eco-doppler de arterias uterinas y
ováricas a los 6 meses de seguimiento objetivándose perfusión
uterina normal, este hallazgo nos hace pensar firmemente en la transitoriedad
de la isquemia ya sea por repermeabilización de la arteria uterina ocluida
durante el procedimiento o por reclutamiento de circulación colateral.
Con el objeto de poder diferenciar lo antes mencionado (repermeabilización
versus circulación colateral) e intentar establecer el momento probable
de reperfusión hemos decidido modificar ligeramente nuestro protocolo
inicial incorporando el eco-doppler previo al procedimiento de embolización,
a la semana, al mes y a los tres y seis meses de seguimiento.
Cuando se efectúa la obturación completa de ambas arterias no
existe flujo sanguíneo primario hacia el miometrio ni hacia los fibromas
ya que el flujo sanguíneo proveniente de la red vascular colateral inicialmente
es insuficiente para irrigar dichos tejidos; por lo que permanecen isquémicos
hasta que dicho flujo alcanza los niveles adecuados. Es durante este período
cuando se produce el infarto del mioma. Este hecho determina que casi todas
las pacientes sometidas a la oclusión de la arteria uterina tengan un
intenso dolor pelviano postprocedimiento inmediato, el mismo está causado
por la isquemia del miometrio mas que por la del mioma. Se ha correlacionado
este dolor con el tiempo de reperfusión, transcurrido el cual comienza
a disminuir. En los casos presentados se observó el mayor dolor a las
48 hs postprocedimiento
(9 de intensidad en la escala de dolor). El llamado dolor tardío (de
ocurrencia hasta el 7día) que se correlaciona junto con la fiebre y
la leucocitosis con la necrosis del mioma en nuestra casuística no se
presentó.
Durante el tiempo que el miometrio se encuentra en situación de isquemia,
los fibromas se infartan irreversiblemente, siendo probable que el miometrio
tenga una capacidad de reserva de oxígeno que le permita soportar el
período más intenso de isquemia que dura aproximadamente 24 horas.
Algún mecanismo en las células del mioma las vuelve más
sensibles a la isquemia o les impide lisar los coágulos para recuperar
flujo sanguíneo a través de la circulación colateral.
Si el fibroma está compuesto por una proporción mayor de tejido
metabólicamente activo que de tejido en degeneración, la reducción
del volumen será muy notable; inversamente si existe una mayor proporción
de tejido fibroso, el cambio de volumen será menos notorio. La reducción
en el tiempo del volumen uterino total en los casos presentados alcanzó en
promedio a un 32% y de manera semejante en los miomas principales se observó una
reducción del 56%. Este hecho trae aparejado un beneficio asociado en
relación con el "efecto de masa" por compresión de órganos
vecinos.
La oclusión de las arterias uterinas por cualquier método causa
la formación de coágulos bilaterales en las arterias intrínsecas
y extrínsecas del útero. Las arterias ocluidas producen una severa
isquemia transitoria que emite una señal de hipoxia que produce un aumento
del flujo sanguíneo colateral a través de las arterias ováricas
el cual produce la lisis de los coágulos y reestablece el flujo sanguíneo
uterino. Durante el período isquémico se produce el infarto definitivo
de los miomas.
Las grandes series internacionales muestran resultados satisfactorios en el
81% al 96% (6,11) de los pacientes. Esto indica que entre el 4% y el 19% de
las pacientes sometidas a embolización no mostrarán una adecuada
respuesta clínica. El fracaso terapéutico se define como la ausencia
de beneficios clínicos demostrables luego de un procedimiento técnicamente
exitoso de embolización de ambas arterias uterinas; el mismo, puede
deberse a: embolización incompleta, leiomiomas extremadamente voluminosos,
leiomiosarcoma uterino, adenomiosis coexistente o presencia de circulación
colateral.
Si bien se han observado éxitos con la embolización en pacientes
con fibromas muy voluminosos y/o con adenomiosis, la posible persistencia de
los síntomas deben ser tenidos en cuenta antes de indicarla. La falta
de reducción del volumen uterino total y/o de los miomas debe hacer
presumir la presencia de un leiomiosarcoma.
Las potenciales complicaciones de la embolización (28) de las arterias
uterinas aunque no observadas en los casos aquí expuestos deben dividirse
en 3 grupos: a) Fallas técnicas,
b) Complicaciones inmediatas y c) Complicaciones alejadas. Las fallas técnicas,
definidas como la imposibilidad de cateterizar y/o embolizar ambas arterias
uterinas, ocurren en el 1% a 2% de los casos influidas por factores anatómicos
producidos por grandes miomas uterinos, obesidad o inexperiencia del operador.
Las complicaciones inmediatas postprocedimiento incluyen aquellas relacionadas
con la embolización no deseada de órganos vecinos o las comunes
a procedimientos angiográficos en general que incluyen reacciones alérgicas
al medio de contraste, hematomas, seudoaneurismas, etc. Aunque todas las ramas
de las arterias ilíacas internas pueden sufrir embolización no
deseada, estas complicaciones se evitan mediante el conocimiento detallado
de la anatomía vascular arterial y con una cuidadosa técnica
angiográfica. Dentro de las complicaciones inmediatas han sido reportados
dos casos con desenlace fatal, atribuidos, uno a sepsis por E. coli y el otro
a tromboembolismo pulmonar (2). La endometritis potsprocedimiento se reporto
con una incidencia menor al 1%. Dentro de las complicaciones tardías
se pueden mencionar: amenorrea (2% al 14%) (28), injuria isquémica uterina
y expulsión transcervical de los fibromas embolizados. La amenorrea
transitoria puede ocurrir por efecto de la atrofia endometrial; estos cuadros
se asocian al retorno de la menstruación normal dentro de los 3 a 6
meses postprocedimiento y cursan con valores normales de FSH y LH. Por el contrario
la trombosis de la arteria ovárica producida por la inyección
de partículas en dicho territorio explicarían el mecanismo de
producción de amenorrea definitiva luego de la embolización endovascular
de la arteria uterina (esta complicación no ocurre con los otros métodos
de oclusión de la arteria uterina). Nuestras pacientes conservaron sus
ciclos menstruales post procedimiento, lo que en conjunto con valores normales
de FSH, LH y E2 durante todo el período de seguimiento, indicó que
la función ovárica al igual que la viabilidad uterina habían
sido preservadas.
La expulsión de los miomas embolizados es más probable con la
presencia de miomas submucosos, este hecho aunque generalmente no provoca secuelas
puede requerir de la histeroscopía o del raspado evacuador para retirar
el tejido miomatoso retenido en el útero minimizando así los
riesgos de infección.
Conclusiones:
La embolización de las arterias uterinas es una nueva alternativa para el tratamiento de pacientes con miomas sintomáticos. La experiencia internacional inicial con este procedimiento mínimamente invasivo, ha mostrado promisorios resultados al controlar la sintomatología hemorragípara y los efectos compresivos producidos por la masa del útero miomatoso. Con el seguimiento a largo plazo de estas pacientes y con protocolos randomizados (ya en curso) que comparen este método con la miomectomía se podrá evaluar la eficiencia y durabilidad de los resultados obtenidos. En conclusión este procedimiento ofrece a aquellas pacientes portadoras de miomas sintomáticos una opción de tratamiento que muestra eficacia, seguridad y bajo riesgo de complicaciones significativas permitiendo la conservación del útero. La aplicación terapéutica de la isquemia uterina aparece como una alternativa promisoria para el tratamiento de los miomas, por lo que continuaremos con el desarrollo del protocolo delineado en este trabajo.
Bibliografía:
Autor: Dres. A. Aldini¹, E. Torresani², M. Tilli¹, D. Chambre², A. Torres¹, J. Leguizamón²
Hospital Dr. C. Bocalandro¹, Clínica Bazterrica²
Buenos Aires - Argentina
Hospital Dr. C. Bocalandro¹, Clínica Bazterrica²
Buenos Aires - Argentina
3°Congreso argentino de cirugía Laparoscópica y Videoasistida
Sociedad Argentina de Cirugía Laparoscópica(SACIL)
Buenos Aires 24 al 26 de marzo de 2001
Ultima actualizacion: 22 de Mayo de 2003